El pasado domingo, Día del Corpus Cristí, moría en Barcelona Alfonso Galimany los 73 años vencido, después de años de luchar, por una grave enfermedad.
Tras superar un tiempo difícil y el servicio militar, Alfonso se trasladó a Barcelona donde estudiaría Maestría Industrial, en la Escuela de Ingeniería Industrial de la calle Urgell.
Por sus cualidades personales y profesionales inició inmediatamente el ejercicio de su profesión, sucesivamente, por diversas empresas. A la vez que reconocían su valía, accedía a puestos de mayor responsabilidad. Inició su actividad en la empresa AMP, de terminales eléctricas, siguiendo posteriormente en otras empresas – fenoplásticos, Crouze – hasta que, como Director de la Oficina Técnica, llegó a MAT-KONTAK de Terrassa.
Una importante trayectoria profesional que truncó un ictus a finales de agosto del año 2004, provocándole una minusvalía en las dos extremidades izquierdas del cuerpo. En pocas horas la vida cambió radicalmente: obligado a dejar la profesión que tantas satisfacciones le había dado, retomó una actividad que siempre estaba presente como una inclinación de toda la vida, el dibujo y la pintura. Desde ese momento esta fue la nueva ocupación, con exposiciones en Barcelona, algunas salas de La Rioja; con una obra participó en la exposición de artistas vallencs hecha con motivo del 150º aniversario del Centro de Lectura de Valls. Su sufrimiento, físico y moral, estaba presente en todas sus pinturas. A su lado siempre, sin desfallecer, el apoyo y ayuda de la esposa y los hijos.
Así que, paulatinamente, avanzaba la minusvalía disminuía su actividad y reducía su círculo recluyéndose en sí mismo. Sus venidas, en otros tiempos tan frecuentes, en la casa de la Plana Demberga, son cada vez más lejanas, así como las estancias veraniegas; la participación activa y ilusionada a la fiesta anual de los “quintos”, que tanto disfrutaba, también quedó en el recuerdo.
El carácter pragmático, festivo y familiar le proporcionó muchas y buenas amistades y relaciones. Ahora recordaba, con añoranza, los buenos tiempos que disfrutó plenamente con la familia y los amigos. Son muchos amigos vallencs de su generación que lo recuerdan con su talante y cordialidad. Y es que era una persona transparente, sin engaños ni caretas, fiel a la amistad. Nos ha dejado un hombre que hizo todo lo bien que pudo.
