Hacía mucho tiempo que esperábamos ir a visitar el laboratorio de análisis clínicos, dirigido por el farmacéutico don Román Galimany.
Estábamos en el 16 de junio y el profesor señor Martinell decidió ir a visitarlo. Y así lo hicimos, a la 8 de la noche nos reunimos todos los alumnos del 2º Curso de Pre-Aprendizaje en el citado Laboratorio, instalado en la calle Tomás Caylá.
Al llegar, el señor Galimany no hizo pasar al laboratorio, donde vimos un magnífico microscopio. Nos dijo que el microscopio consta de varias piezas, las más importantes son: la lente ocular, que es la más próxima al ojo, y el objetivo,que es el más próximo a lo que se mira También debajo del objetivo lleva un espejo cóncavo que refleja la luz en el objetivo, para que lo que se mira se vea bien claro.
El señor Galimany dijo que el microscopio es para mirar la cosa que con la vista humana no se pueden ver. Gracias al microscopio se han podido curar muchas enfermedades que antes no se sabía de dónde venían.
Después de darnos muchas explicaciones, nos puso en el microscopio el temible microbio de la tuberculosis, llamado “Bacilo de Koch”. Después, un compañero nuestro se dejó sacar un poco de sangre, y vimos en el microscopio los glóbulos blancos y los glóbulos rojos. Los glóbulos rojos son los que dan el color a la sangre y llevan el oxígeno por todo d cuerpo y los glóbulos blancos son los soldados de la sangre, que cuando hay una invasión de microbios se los comen; pero si los microbios que han entrado son mayoría ganan y la persona muere.
Para contar los glóbulos blancos que hay en la sangre se miran con un cristal en el que hay cuadrados pequeñísimos, y se cuentan en carla cuadradito los glóbulos que hay, después se hacen los cálculos y se sabe cuántos glóbulos tiene la sangre que se ha mirado.
También en el laboratorio había una estufa que es para guardar los microbios a la temperatura normal del hombre, y allí los microbios es como si estuvieran en el hombre y se pueden guardar muchos días.
Eran las diez de la noche cuando el señor Martinell decidió acabar la visita, y nos despedimos del señor Galimany que tuvo la amabilidad de darnos estas lecciones de ciencia, tan amenas que nosotros no nos habríamos cansado de mirar por e1 microscopio.
Alberto Sanahuja Cortiella
CULTURA, Julio, , pág. 12
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